La voluntad es una forma de amor propio que materializa una intención específica en forma de un comportamiento o conducta. Tenemos una clara tendencia a la pereza. Mahatma Gandhi dijo que la acción expresa las prioridades. No puedo estar más de acuerdo.   

Para mí ha sido fundamental la comprensión de este fenómeno. El primer error en el que se suele incurrir en lo relativo a la voluntad es pensar que se puede ejercitar. La ciencia ha demostrado que no es posible desarrollar esta capacidad. Pero lo importante no es eso. Da igual que tengas mucha y poca voluntad, si la utilizas con inteligencia te puede llevar a donde desees. ¿Cómo? Ordenando tus prioridades.

Somos animales de hábitos. Es realmente impresionante lo fácil que es tanto adoptar como perder un buen hábito. La voluntad es la energía que nos permite adoptar nuevas rutinas. Una vez superada la fase de adaptación nuestro cuerpo y nuestra mente interiorizan el nuevo comportamiento, lo incorporan a nuestro modo automático, y lo demandan como parte inherente a nuestro proceso vital. No se ha llegado a ningún consenso en cuanto al tiempo que se tarda en adquirir un nuevo hábito. Hay dos cifras que se repiten en las recomendaciones que la psicología menciona: 21 días y 90 días respectivamente. Personalmente me ayuda delimitar un periodo específico en el que concentrar mi energía a la hora de incorporar nuevas prácticas.

El gran problema con la voluntad es que no establecemos prioridades. Somos tremendamente ambiciosos. Vivimos en una sociedad donde el grado de opciones que se nos presentan literalmente colapsa nuestra capacidad de decidir y dirigir nuestra intención. Ocurre tanto a nivel profesional como a nivel lúdico. En un contexto así y dadas las limitaciones de nuestra voluntad, tratamos de adoptar nuevos hábitos de una forma muy caótica y simultánea. El resultado no puede ser otro que la frustración y la falta de seguridad en nosotros mismos.

Hace poco que me he dado cuenta de algo tremendamente revelador: la diferencia entre fuerza de voluntad y la buena voluntad. La fuerza de voluntad es una intención que abordamos con resistencia y con violencia. Nos genera un fastidio que en ocasiones se convierte en un auténtico suplicio. Se trata de una auténtica lucha interna. A diferencia de la fuerza de voluntad, la buena voluntad es un proceso donde se acepta la incomodidad como parte inherente de cualquier transformación. Es un proceso sin resistencia que deja de amplificar la angustia del proceso por medio de su mentalización gracias a la comprensión de que se trata de un proceso de amor hacia nosotros mismos y hacia los demás. Aceptando la incomodidad como parte del proceso pedagógico.

El fenómeno del coaching literalmente ha explotado a lo largo y ancho del planeta. No es más ni menos que un síntoma de nuestra limitación a la hora de definir un plan de acción. La pregunta que ahora me hago de forma recurrente es ¿qué cambio supondría un mayor incremento en mi nivel de bienestar en mi vida? Concentro toda mi energía en ello y “aparco” el resto de deseos para más adelante.

Hay un ejercicio que se suele utilizar en coaching llamado el círculo de la vida. Lo primero que se ha de hacer es elaborar una lista con los pilares fundamentales en tu vida: el amor, la familia, las amistades, la profesión, el crecimiento personal…. Una vez elegidas dividimos un círculos en los segmentos correspondientes al número de elementos en nuestra lista. Posteriormente delimitamos el grado del 1 al 10 de cada factor en relación al estado actual en este preciso momento de tu vida. El 10 se vincula con un estado ideal de ese aspecto que has definido como relevante en tu vida. El 1 con una necesidad imperiosa de mejorar en ese tema.  Una vez definida la matriz, pasaremos a elegir cuál es el aspecto al que tenemos que atender con más urgencia.

Ahora que ya tenemos un mapa de nuestras prioridades y hemos elegido el aspecto que tiene mayor importancia en nuestra vida, se ha de definir un plan de acción. Es importante establecer objetivos realistas, muy específicos, y definir un plazo para su consecución.

Me gustaría acabar con una frase que siempre me ha encantado en lo relativo a prioridades: “Si es de verdad importante para ti encontrarás un camino. Si no lo es, encontrarás una excusa”. ¡Basta de excusas!

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