Patrones de control: Los codependientes…
- Creen que la mayoría de las personas son incapaces de cuidarse a sí mismas.
- Tratan de convencer a otros de lo que deben pensar o sentir.
- Ofrecen consejos y guía sin que nadie se lo pida.
- Se resienten cuando otros rehúsan su ofrecimiento para ayudarlos.
- Hacen favores y regalos a otras personas sobre las que quieren influir.
- Usar el sexo para lograr aprobación y aceptación.
- Tienen que sentirse necesitados para tener una relación con los demás.
- Exigen a otros que satisfagan sus necesidades.
- Utilizan el encanto y el carisma para convencer a otros de su capacidad de ser cariñosos y compasivos.
- Usan la culpa y la vergüenza para explotar a otros emocionalmente.
- Se niegan a cooperar, hacer compromisos o negociar.
- Adoptan una actitud de indiferencia, impotencia, autoridad o rabia para manipular los resultados.
- Usan términos de recuperación en un intento de controlar la conducta de los otros.
- Fingen estar de acuerdo con otros para obtener lo que desean.
El control es un mecanismo de defensa disfuncional directamente conectado con la creencia de que no soy lo suficiente y que vivir es un proceso doloroso. Se trata de una forma de adicción psicológica por la que se tiene la tendencia a juzgar constantemente el comportamiento de los demás como incorrecto.
El control es mi principal defecto de carácter. Llevo tiempo desgranando con ayuda de mi terapeuta las causas, el alcance y las consecuencias de que el control sea una parte inherente a mí. No podía llegar a imaginar hasta qué punto el control está integrado en mi persona.
He aprendido muchas cosas en estos meses. Una de ellas es que a la persona a la que más controlo es a mí mismo. Mi ego utiliza los pensamientos compulsivos para inundarme emocionalmente e inducirme estados de los que deseo escapar. Estoy aprendiendo a detectar la compulsividad en mi mente y a poder pararla antes de que se disparen cadenas de pensamientos automáticos que me llevan a comportamientos compulsivos con la comida, el sexo o la procrastinación.
El control es una forma de egoísmo. Roba la libertad y la energía a las personas que manipulo para que me necesiten. Amputa la dignidad de los sujetos a las que hago creer que no son capaces de cuidar de sí mismos. Es una forma de mantener una distancia emocional con los demás, ya que si planteo que los comportamientos del otro son incorrectos, la respuesta natural va a ser que sientan malestar y que, en general, adopten un actitud defensiva.
Esta enfermedad se alimenta de dependencia a la aprobación de los demás y de la necesidad de tener la razón. Parte de la creencia de que tener razón es una forma de poder. Otra mentira. Tener esa enfermiza necesidad de tener razón no es más que una forma de debilidad e inseguridad. Lo que ahora lamento es que haber estado totalmente enfocado en convencer a los demás de mis ideas me ha robado la oportunidad de tener empatía, de lograr identificar lo que el otro necesitaba, y de haber contribuido a crear un clima amoroso donde cada uno exprese lo que desea con libertad sin que haya vencedores ni vencidos, un clima donde se celebran nuestras diferencias.
La necesidad de control pone en tela de juicio el plan pedagógico que la inteligencia del universo tiene para cada uno de nosotros.
Es una forma de vida donde el bienestar está muy ligado al resultado. Si no obtengo lo que quiero, o las cosas no salen como espero, conecto con la ira y con la frustración. Es verdaderamente ingenuo llegar a pensar que si las cosas no salen exactamente como imagino en mis trailers mentales, es que la vida no me está sonriendo.
El control está directamente conectado de igual modo a mi perfeccionismo. Querer ser o hacer algo perfecto denota pánico a que rechacen lo que hago o lo que soy. Mi control también se relaciona con mi profesión por tanto. Trato de acumular éxitos profesionales y riqueza como medida de aprobación y valoración de mi persona. Se trata de un espejismo que me hace tener la ilusión de que mi amor propio se puede gestar en algo externo.
También he tratado de controlar mi aspecto físico para buscar la aprobación que no encontraba en mí, en los demás. He estado muy condicionado en este sentido, ya que no solo he utilizado mi propia imagen como medida de valor, sino que he dado mucho poder a la imagen de las mujeres como motor de atracción sobre mí. Este comportamiento me comunica que soy una persona superficial y frívola.
No solo me controlo a mí mismo, sino que existe un amplio abanico de personas a las que trato de controlar: mis amigos, mi familia, mis compañeros de trabajo…
No creo que pienses que compartir todo esto es algo fácil para mí. No lo es. Está siendo un proceso muy incómodo. He decidido compartir mi defecto de carácter ya que por un lado confío en que tal vez le sea de utilidad a alguien que sufre por el mismo motivo. Por otro lado el control es una forma de soberbia, y permitirme ser vulnerable y tener la humildad para expresar que tengo un problema quizá sea parte de la solución. La honestidad es la mejor medicina para casi todo. De lo único que no podemos escapar es de la verdad. Antes o después nos vamos a dar de bruces contra ella.
Creo que he mejorado mucho pero estoy aún lejos de estar curado de esta enfermedad. Quizá te viene a la cabeza alguien que sigue este mismo patrón. Vivimos en una sociedad tan enferma que tal vez te parezca que es algo normal. No lo es. Tal vez sea una patología muy común, no por ello deja de ser una gran limitación para que seamos libres y seamos capaces de amar y ser amados.
Este es solo uno de los patrones de la codependencia. Para mí, el más acusado en mi comportamiento, pero definitivamente no es el único. Cuanto más profundizo en la codependencia, más me parece un programa de crecimiento espiritual y autoconocimiento perfecto. Es mágico cómo se ha logrado vertebrar una fórmula donde el origen de todo tipo de sufrimiento psicológico se puede identificar.
Como conclusión te puedo decir que una de las cosas más importantes que he aprendido del control es que sentirme conectado a los demás, integrarme espiritualmente con una energía única que trasciende a todos los seres, lleva inherentemente un proceso donde cultivo la idea de que todos somos iguales. Sentirme en alguna medida superior a los demás es una forma de invalidez emocional y espiritual.
Abuela dice:
Muchísimas gracias por compartir esto, se que es difícil mostrarse vulnerable tan públicamente pero estoy de acuerdo en que puede ser parte de la solución, para mi es como un salto de fe, lo realizo, y después como no me he muerto tal y como creía…soy un poco más creyente en que puedo lograrlo. También al leerte pensé que en su sencillez este texto podría ayudar a más gente a identificar ese sufrimiento e iniciar un proceso de mejora, así que lo voy a compartir.
Un saludo, enhorabuena y gracias de nuevo.
1 agosto, 2016 — 6:48 am
tina dice:
Hola, ya son dos años de tu post, como ha sido ya te curaste? Quería decirte que me identifique contigo en la mayoría de tu compartir. Estoy en gran medida reconociendo lo mismo en mi, por lo menos ya tienen nombre antes no sabia que era, me decía, mala suerte o una maldición contra mi, el Universo contra mi……………espero que hayas tenido éxito, eso seguro me da la confianza de saber que también será así para mi. Saludos!
3 agosto, 2018 — 7:21 pm