Acupuntura Social

Pequeños cambios, grandes transformaciones.

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Entropía VS Sintropía

La entropía es la tendencia energética hacia al desorden de ciertos sistemas complejos en la naturaleza. La sintropía es una metodología capaz de activar una serie de acciones conscientes que potencian la reestructuración, el equilibrio y la aceleración metabólica de ese sistema.

Antes de que sigas leyendo me gustaría que vieras algo que creo que va a facilitar mucho la compresión general del siguiente artículo. La primera vez que oí hablar de la sintropía como método fué de la mano del granjero investigador suizo Ernst Götsch. Te voy a recomendar encarecidamente que en este punto dediques unos minutos a ver este increíble vídeo donde se explica la base teórica y práctica de esta técnica. Como verás tiene que ver con un proceso de potenciación de la capacidad creativa de la naturaleza.

Creo que ese mismo potencial que Ernst descubre en este contexto, no solo es aplicable a ese sistema, sino a muchos más. Como puedes ver hoy toca hablar de algo un tanto complejo. Voy en cualquier caso a empezar acotando el marco de la entropía y la sintropía a un sistema complejo específico: el ser humano.

Muchos de los conceptos que a partir de ahora voy a compartir los he aprendido hace unas semanas en un magnífico seminario sobre liderazgo del gabinete psicoterapeútico Paradox. Quiero para empezar darles todo el crédito que merecen ya que gran parte de las reflexiones que voy a compartir, son de su cosecha.

En términos generales entropía y sintropía son dos conceptos que se relacionan con la idea de que la consciencia ordena nuestra realidad, y que si no cultivamos la misma, de forma individual y colectiva, se va a tener una tendencia al desorden, al miedo, y al dolor. La libertad por tanto es la capacidad que tengo de elegir entre el orden y el desorden. A su vez creo que esta decisión se relaciona con desarrollar la habilidad de comprender y neutralizar mi miedo para vibrar con amor.

Puesto de otra manera, cuando nacemos tenemos todos los nutrientes para ser felices y prosperar. La naturaleza nos entrega todas las herramientas necesarias para medrar. Nos regala la confianza, la alegría, la espontaneidad, la sinceridad, el humor, la capacidad para comunicarnos, para colaborar y sobre todo para amar sin miedo.

Si nos desarrollamos en un ambiente donde no existe el suficiente nivel de consciencia, la tendencia será a que el potencial de todos esos nutrientes se vea mermado por la creación de la creencia central de que vivir es un proceso hostil y me he de proteger a nivel tanto físico como emocional. Aquí se empiezan a vertebrar todos los mecanismos de defensa que esconden y niegan mi verdadero ser para que exista coherencia entre la idea de que no soy, o no tengo lo suficiente para que me acepten y me quieran,  y mi instinto natural a adaptarme al entorno y sobrevivir. Aquí empieza la fiesta.

Sin embargo si nos desarrollamos en un contexto donde nuestros progenitores han aprendido a amarse a sí mismos, a amarse entre ellos, y a tener capacidad de amar a los demás sin miedo, sin apego y con libertad, todo el potencial humano de serie se abre camino y la creatividad y el bienestar florecen en el nuevo ser.

Trabajar mi nivel de consciencia en este sentido es un sin duda uno de los mejores propósitos que he podido abrazar. A pesar de que es muy relevante el primer sistema de creencias de nuestra infancia, no nos determina de por vida. Nuestra plasticidad cerebral nos garantiza que podemos transformar en cualquier momento toda la estructura de ideas que hemos adoptado como ciertas. No es una tarea fácil, ya que pasa por acceder a la parte menos accesible de mi ser: el inconsciente.

Me gusta pensar que vencer el miedo y doblegar al ego es una oportunidad de ganar algo que puedo ofrecer a los demás. No puedo dar algo que no tengo. Si aprendo a amarme, puedo amar a los demás.     

¿Cómo puedo poner orden a nivel consciente en mi vida? En principio hay tres dimensiones: la emocional, la física y la espiritual.

En lo relativo a la dimensión emocional, me he pasado la vida intentando no sentir las emociones relacionadas con el miedo, la vergüenza o la culpabilidad. El desorden emocional se relaciona con la creencia de que hay sentimientos “buenos” o “malos”, “agradables” o “desagradables”. Este peligroso juicio niega mi propia humanidad y mi capacidad de estar en contacto con mi interior.

Todos los sentimientos tienen un propósito. Ordenarnos a nivel emocional es permitirme pensar y sentir cualquier cosa, y desarrollar la habilidad para encargarme de ello de forma construtiva. Tengo todo el derecho a sentirme de cualquier manera. No tengo que avergonzarme de ningún pensamiento ni de ningún sentimiento. La responsabilidad es decidir de forma consciente a qué acciones me van a llevar esos sentimientos. Una mala gestión del miedo me lleva a ser egoísta, manipulador y un mentiroso. Ser consciente de que el miedo es una ilusión que yo mismo he creado, permitirme sentir miedo, aceptarlo e integrarlo sin que se convierta en acciones destructivas para mi y para los demás, es uno de mis grandes objetivos.

Mi ego es muy inteligente. Trata de escapar de esos sentimientos y tiene mil escondrijos para ello: la adicción al trabajo, la intelectualidad, la sexualidad, el hedonismo, el materialismo, la procrastinación, la codependencia…La toxicidad emocional posiblemente sea uno de los mayores peligros y una de las grandes adicciones a las que tengo que hacer frente. La creencia de que no soy lo suficiente y los pensamientos ligados a ella, me han generado un hábito químico ligado a una serie de emociones a las que soy básicamente adicto. Para tener mi chute periódico a estas emociones interpretaré mis circunstancias de forma que me permitan alimentar esa dependencia.

Es irónico además cómo a nivel social no solo se ha acepta, sino que se vanagloria en gran medida la idea de que dejarse llevar por las emociones es algo positivo. Debemos encontrar nuestra “pasión” en la vida. La etimología de la palabra “pasión” viene del latín passio, y este del verbo pati, patior, padecer, sufrir, tolerar. Como su propio origen indica la palabra pasión define un estado pasivo donde soy una víctima de mis sentimientos.

Existe una tendencia a mi desorden emocional ligado a la entropía. Si no me ordenamos a nivel sentimental seré un esclavo de mis acciones ligadas a ese desorden.  Ya no me fío de mis deseos/pasiones. En su mayoría tienen por objeto compensar mis limitaciones de carácter. Ahora estoy completamente enfocado en cubrir las necesidades que me permitan aceptarme, amarme y cultivar una relación sana conmigo y con los demás. Para ello la honestidad, la confianza, la aceptación, la alegría, la buena voluntad y el amor son las principales monedas de cambio. Por ejemplo me he dado cuenta de que cuando conecto con sentimientos como la irritación o la ira, simplemente no estoy aceptado a alguien o algo tal y como es. El principio de igualdad es unos de los motores principales del amor.

El orden en la dimensión física se relaciona con aspectos como los nutrientes y el ejercicio físico. Si tengo una vida apática, si no me muevo lo suficiente, la entropía lleva a mi sistema físico a su degradación. De igual manera, si no mantengo un equilibrio alimenticio, o si castigo mi sistema físico con drogas o diferentes fuentes toxicidad, le envío un mensaje directo a mi inconsciente: no me quiero.  

Cuidarme en este sentido es un acto de amor que da coherencia a todo el trabajo emocional que he descrito con anterioridad. Si no hay una primera coherencia entre la acción para con nosotros mismos, y la gestión de nuestros pensamientos y nuestros sentimientos,  lógicamente se produce un conflicto interno. Si deseo quererme, pero mis actos no están en sintonía con esa voluntad consciente, me estoy comunicando inconsistencia. Quizá este deba ser un primer indicador de que creo que no merezco ni si quiera mi propio amor. Este debe ser el detonante para entrar en un proceso para recuperar todo lo que tenía de serie cuando nací,  que espera dormido dentro de mi ser.

Hay una sincronicidad directa entre los físico y lo emocional. Por poner un ejemplo, fumar es una forma de negar mis emociones. El único colocón del tabaco es el apagar en gran medida mi capacidad de sentir. Baja drásticamente mi nivel de oxígeno en sangre lo que conlleva esa respuesta psicológica. La respiración es una puerta súper potente a la consciencia, a la energía vital y a la paz interior.   Tener miedo a sentir y no dar espacio a mi verdadero ser es negar mi humanidad y un acto de cobardía. Otro mensaje directo al inconsciente.

Para terminar está el orden a nivel espiritual. La entropía en este sentido me hace sentir que estoy separado del resto. Tiene que ver con la dualidad, con la idea de lo bueno, de lo malo, de lo correcto, de lo incorrecto, del debo, del tengo. Es como si una de mis células no se sintiera parte de mi ser y se viera como un ente separado. Bien es cierto que se trata de un ser vivo autónomo, libre, vulnerable…pero a la vez forma parte de un todo.

Para trabajar este área de mi vida utilizo la meditación. Es una forma de reconectar con una fuente energía única más allá de mi individualidad.

Tengo la impresión que en el orden se abren nuevos caminos para acceder a una verdad más profunda, para una comprensión y una aceptación genuina de la vida. No lo puedo saber aún, ya que estoy muy lejos de tener coherencia entre lo que pienso, lo que siento y lo que hago. De momento es solo una promesa. Aún hay mucho conflicto en mí,  pero también mucha confianza en que estoy en el camino correcto.