A pesar de que quizá es la palabra más importante que existe, nos cuesta mucho hablar del amor. ¿Qué es? ¿Cómo funciona?  La falta de amor es la raíz de toda forma de sufrimiento y de la inmensa mayoría de los trastornos mentales. ¿Por qué no hablamos del significado del amor? ¿Por qué nos avergüenza abordar una cuestión tan importante? ¿No sería relevante llegar a un consenso en cuanto a su significado?

A pesar de que todos tenemos una idea de lo que el amor es para nosotros, se trata de una necesidad que se interpreta de muchísimas formas. El amor se confunde a menudo con el deseo, con la atracción, con la admiración, con el apego

El amor no es un sentimiento, se parece más a un comportamiento. Para mí es una forma de energía con la que nos podemos conectar cuando vibramos en una frecuencia específica. ¿Cuál? La que proviene de la conexión con nuestro ser, con nuestro prójimo y con nuestro entorno. Amamos cuando no juzgamos, cuando damos de corazón sin esperar nada a cambio, cuando simplemente centramos toda nuestra atención en escuchar, en comprender, simplemente en estar para los otros.

Conectar con nuestro ser quizá sea el mayor reto. Nos aterra estar con nosotros. Nos da pánico quedarnos a solas con nuestro “monstruo” interior. Por eso echamos mano de cualquier forma de evasión, desconexión o distracción para evitar ese encuentro. Pero sin darnos cuenta estamos negando y repudiando lo que somos. Lo más curioso es que cuando dejamos de huir de nuestros miedos y empezamos a encender luces internas, aquel monstruo no aparece porque nunca estuvo ahí.

El amor es respeto. Es un encuentro con nuestro propósito en la vida. Poco o nada tiene que ver con lo que hacemos, y mucho con el nivel de consciencia que hemos adquirido. Es estar sintonizado con esa frecuencia donde la generosidad, la comprensión, la compasión y la alegría pueden resonar, no solo para los que comparten nuestras ideas, nuestra raza, nuestra religión, nuestro estrato social, sino para todos y cada uno de los seres que existen. Si hay egoísmo, no hay amor. Si hay miedo, no hay amor.

El amor es la confianza en que nada debería ser de otra manera. Es el deseo de que todos los seres prosperen. Es vivir en el “¿Qué tengo que ofrecer?” y no en el “¿Qué puedo sacar?”. Es un sentimiento profundo y sincero donde se proyecta el deseo por una evolución emocional, física y espiritual de todos los hombres sin excepción. Es un victoria ante los miedos que nosotros mismos hemos creado.

Hablamos de política, de economía, de fútbol, del tiempo…pero no hablamos del amor. Es trágico. Permitimos que los adolescentes confundan el amor con la ansiedad que experimentan al sentir “esas mariposas en el estómago”. Confundimos el amor con la necesidad de control de personas y emociones. Mezclamos churras con meninas mientras esa gloriosa fuente de energía – que no es más que un reencuentro con nuestro propio origen – espera a que nos reconectemos.

En relación al amor romántico nos han vendido muchas patrañas. Entre ellas que el amor es encontrar a esa persona que te complementa, que es una búsqueda para encontrar esa pieza que te falta y que completará el mecanismo de la felicidad definitiva. No te creas esos cuentos y termina tú mismo tu puzzle. No necesitas a nadie, y además si no lo completas no podrás estar preparado para dar lo que el verdadero amor requiere. Si tu bienestar depende de otra persona, no eres más que un parásito.

Hace poco vi una espectacular charla sobre los logros de Bután al haber introducido el índice de felicidad bruta en el centro de sus decisiones de gobierno. Esta idea ha inspirado un cambio radical que inspira al planeta. ¿Por qué no un Ministerio del Amor? ¿No sería estupendo que se invirtiera en potenciar el derecho y la obligación de amarse a uno mismo y a los demás? ¿Es más importante un Ministerio de Economía que un Ministerio del Amor? Personalmente creo que fomentaría muchísimo más la productividad y la creatividad.

Los principales líderes espirituales de todas y cada una de las culturas han comunicado un mismo mensaje de unidad y amor. Es el mensaje que más ha calado en nuestra humanidad. Es momento de replantear prioridades y dejarnos de pamplinas. El amor es un tema muy serio. ¿Qué importancia tiene en tu vida? ¿Cuándo hablaste por última vez de lo que significa para ti? Te animo con todo mi corazón a que te hagas el amor.